También, este año, se establece un joven inmigrantes genovés llamado Federico que apenas toca tierra chilena,
comienza a laborar en una modesta fábrica
de caramelos elaborados a mano que se ubica en el barrio de El
Almendral. Es un adolescente cuando se asocia con los dueños de la empresa, pero la suerte no les favorece, pues
un voraz incendio ocurrido en 1915, destruye gran parte de las instalaciones de la industria, obligando a
enfrentar la reconstrucción del establecimiento. Algunos años después, salvando la época difícil de la postguerra
europea, la compañía se hace un lugar en el mercado criollo.1
la Quinta Costade la Avenida Santa Elena, hacia los años 1925-1926. Véase Pellegrini y Aprile, op. cit., págs. 434 – 435. Igualmente, existen antecedentes en: Baldomero Estrada, op. cit., pág. 110. También hemos encontrado información en: http://www.costa.cl/historia-de-costa/; página consultada el 4 de abril de 2011. A partir de la segunda década del siglo XX, la empresa comienza a transformarse en una importante fábrica de confites y chocolates, orgullo de la colectividad italiana en Chile. Costa, en esta etapa de progreso y consolidación, cuenta con la colaboración de sus paisanos Carlos Canessa, Mario Andreotti, José Arata y Alejandro Sanguinetti.
Origen y desarrollo de la Colonia Italiana en Valparaíso: 1850-1914.pág. 33.
La fábrica de confites y chocolates Federico Costa
ocupa un lugar prominente entre las numerosas y
variadas manifestaciones de las actividades que la colectividad Italiana desarrolla en el campo de la
industria chilena. Por su importancia y por el alto grado de progreso que ella ha alcanzado, ha llegado a
constituir un motivo de justo orgullo, no tan solo para su dueño, y para la colectividad a la cual éste
pertenece, sino que también para el país.
Largos años de intenso trabajo le han permitido al señor Federico Costa, colocarse en primera fila entre los
industriales de su propio ramo, ofreciendo a la admiración del público una fábrica que es un verdadero modelo
bajo todo punto de vista, particularmente bajo los de la organización técnica y de higiene, mientras que sus
productos, ya sea en calidad como es presentación, no solamente son reconocidos como los mejores de producción
nacional, sino que en nada desmerecen a los de producción extranjera.
De la aceptación que los productos Costa
tienen en el mercado, y no tan sólo las pastillas y confites,
sino que también los chocolates, ramo este al cual la fábrica se dedica desde un tiempo relativamente corto,
si se le compara con los demás ramos, habla bastante claro el hecho de que la producción no puede satisfacer
a la demanda, a pesar de las sucesivas ampliaciones introducidas en la fábrica, al extremo que se hizo necesario
restringir la exportación a los países de la costa del Pacífico y del interior del continente, a pesar de
ofrecer esos mercados espléndidas perspectivas.
El capital actualmente invertido en la fábrica asciende a varios millones de pesos chilenos.
La fábrica está instalada en la Quinta Costa, Avenida Santa Elena, además de un poderoso factor de progreso
para la industria nacional, ella constituye el mejor adorno de ese populoso barrio, porque lejos de ofrecer el
aspecto tosco que caracteriza generalmente a los establecimientos industriales, las armoniosas líneas
arquitectónicas de sus edificios, y los hermosos jardines que las rodean, le dan el aspecto de una soberbia
residencia señorial que refleja refinados gustos artísticos de quienes la ocupan, El señor Federico Costa, el
hombre esforzado que todo lo debe a su constancia y temeridad en el trabajo, ha sido y es el alma creadora y
organizadora de ese verdadero milagro industrial. Fundó un establecimiento allá por el año 1907, cuando
Valparaíso recién resurgía de entre las ruinas del terremoto.
La modesta fábrica de los primeros tiempos, iba expandiéndose poco a poco, hasta que hace algunos años se hizo
necesario trasladarla a un lugar más apropiado, donde su constante expansión pudiera desarrollarse sin
tropiezos, fue en la localidad donde hoy funciona, que surgió rápidamente la nueva construcción inspirada por
los más modernos criterios técnicos, industriales e higiénicos.
Preciosos cooperadores del señor Costa en esta importante empresa industrial, lo son el señor Carlos Canessa,
en el ramo administrativo, y en el ramo técnico, los señores Mario Andreotti, José Arata y Alejandro
Sanguinetti.
Durante sus inicios en 1907, la fábrica Costa estaba enfocada principalmente a la producción de caramelos, a
través de un trabajo completamente manual. En ese entonces, se desempeñaba en la empresa un inmigrante genovés
llamado Federico Costa Pastene, quien a los 16 años destacaba por su esfuerzo y entusiasmo al mostrar un profundo
interés por el desarrollo y crecimiento de la empresa.
En 1915 un gigantesco incendio azotó la fábrica - ubicada en ese entonces en el Barrio Almendral de Valparaíso-
lo que causó que el primer gran desafío de Federico Costa fuera la reconstrucción de la compañía. Esta tarea la
sacó adelante junto a importantes y leales compañeros presentes en la historia de esta exitosa empresa.
Gracias al auge económico alcanzado entre 1916 y 1925, don Federico adquirió un amplio terreno en la Avenida
Santa Elena, donde se construyó un enorme edificio para la producción de chocolate. Con el tiempo, esta
instalación se transformaría en legado del patrimonio industrial del puerto de Valparaíso.
En 1955 muere Federico Costa, y la dirección de la empresa pasa a manos de José Arata, primo del ex presidente
de la compañía.
En la década del 60, el presidente del directorio pasa a ser Francisco de Caso, quien estando en ese cargo
durante 15 años, lideró un profundo proceso de modernización de la planta.
En la década de los 80, Costa comienza a enfrentar serias dificultades en lo económico y corre el peligro de
quebrar. Esta situación es evitada en 1982 con la compra de la compañía por parte de Carozzi, gracias a lo cual
se materializa el viejo anhelo de don Gonzalo Bofill de Caso, de adquirir la tradicional empresa de chocolates.
Como parte de Empresas Carozzi, Costa vive un importante impulso de crecimiento, lo que se ve reflejado en 1985,
cuando se construye en Santiago una enorme fábrica de galletas, con lo cual se ingresa a una nueva área de
negocios. Al mismo tiempo, en Valparaíso, se impulsa un fuerte proceso de modernización de la planta de
chocolates.
Con la construcción de la planta de galletas en Nos, Costa pasa a tener una importante presencia en el mercado
internacional, y a tener un gran éxito en sus importaciones, además de reafirmar su prestigio y aceptación en
el mercado nacional, donde por más de un siglo ha sido una de las marcas de chocolates y galletas más aceptadas
entre los chilenos.
La afianzada posición de Costa en el extranjero se traduce en la construcción de la planta de la empresa en
Lima, con lo cual la empresa comienza a tener un marcado protagonismo en el mercado extranjero, ya que hoy la
compañía exporta a más de 24 países y también cuenta con plantas procesadoras en Argentina.